Zidane se movía con la armonía de un solo ser con el balón. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas https://arranmpwa770230.aboutyoublog.com/46879910/detrás-del-gesto-la-verdad-del-cabezazo-de-zidane